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domingo, 1 de octubre de 2017

El poeta chicano Tino Villanueva escribe en español

                                                         
                                                                       Alberto Julián Pérez ©


            El libro Crónica de mis años peores, 1987, de Tino Villanueva (San Marcos, Texas, 1941), fue su primera obra escrita totalmente en español. Sus libros anteriores, Hay otra voz Poems, 1972 y Shaking off the Dark, 1984, tienen poemas en inglés y en español, y en una combinación de las dos lenguas. A Crónica de mis años peores le siguió un libro de poesías en inglés, Scene from the Movie GIANT, 1993, ganador del American Book Award de 1994, y un libro en español, Primera causa/ First Cause, 1999.
            Al publicar Crónica de mis años peores, en 1987, Tino Villanueva había cumplido cuarenta y seis años de edad. Notamos en este poemario su ardua lucha con la palabra. Villanueva es un escritor parco. Su obra es breve y substantiva. Cada poema significó para él atravesar por un doloroso proceso de indagación y autocuestionamiento. El idioma español no es la primera lengua de su país, Estados Unidos (García, “Entrevista...”  4). Tino desciende de una familia méxico-americana. Sus padres se ganaban la vida como obreros migratorios, siguiendo la cosecha del algodón. El español que aprendió fue la lengua oral de su familia campesina. En las escuelas públicas le enseñaron a leer y escribir en inglés. No sólo él se cuestionó su lengua y la Lengua, sino que su sociedad le cuestionó, como joven chicano, su lengua y su identidad nacional.
            Villanueva no tuvo fácil acceso a la educación. Durante su infancia y adolescencia acompañaba a sus padres a la recolección del algodón por el estado de Texas y asistía a la escuela en las comunidades donde vivían temporalmente. Al terminar la escuela secundaria, en 1960, se empleó como obrero en una fábrica de muebles en San Marcos. De 1964 a 1966 sirvió en el ejército norteamericano, en la Zona del Canal de Panamá. Fue su primera residencia prolongada en un país hispanohablante. A su regreso, a los veinticuatro años, inició su educación universitaria, en la Southwest Texas State University, en su pueblo natal, y se especializó en los estudios de inglés y español. Esa fue su primera instrucción formal en su lengua materna. Luego de terminar sus estudios subgraduados, Villanueva continuó sus estudios graduados en España, en un programa de la State University of New York-Buffalo, y recibió su Maestría en 1971. En 1981 se doctoró en literatura española en Boston University, con una tesis sobre poesía española contemporánea.
            El español del poeta Tino Villanueva es diferente del que hablan los que nacen, viven y se educan en un país hispanohablante. Maneja en profundidad dos niveles de lengua: la lengua familiar oral aprendida en su infancia, y la lengua literaria adquirida durante sus años adultos de educación formal universitaria. A esto habría que agregar su práctica del idioma durante sus años de residencia en Panamá y en España. Villanueva no domina el español de la sociedad civil abierta, el que se forja y evoluciona en la vida de una determinada nación hispanohablante. Es norteamericano, el primer idioma de su país es el inglés, y aunque tenga actitudes de rechazo hacia su patria, vive y ha vivido en ella durante casi toda su vida. Dentro de Estados Unidos, hizo un importante cambio de residencia. Luego de terminados sus estudios en Southwest Texas State University en San Marcos, se fue a vivir a una de las grandes áreas culturales y literarias norteamericanas: la costa noreste. Residió primero en el estado de New York, en Buffalo, y luego en el área de Boston, donde aún vive. Hizo de New England su morada permanente.
Si leemos el poemario Crónica de mis años peores podemos entender el por qué de su alejamiento de Texas. Sus memorias de infancia no son felices. Las experiencias frustrantes y dolorosas, la pobreza y la discriminación transformaron al niño en un ser humillado, defensivo y resentido, iracundo. Villanueva tratará de entender, ya de adulto, su niñez y darle un sentido moral a esas experiencias. Tino nació a la vida literaria “chicana” en Buffalo, New York, cuando cursaba sus estudios de Maestría en Literaturas Hispánicas en 1969. Allí escribió sus primeros poemas que responden a una “realidad chicana”, logró tomar distancia con su pasado (había escrito y publicado poesía durante sus tres años como estudiante universitario en San Marcos, pero no de tema chicano), y recobró para la literatura lo que su patria le había negado en la frontera tejana.
            El español de Villanueva refleja la experiencia de su vida comunitaria. Escribir en español implica para él una forma de disenso, expresa un deseo suyo por afirmar algo sobre la vida de su pueblo méxico-americano. Su adhesión nacional está en crisis, el poeta se refugia en su comunidad de origen. Este proceso interior, espiritual, va más allá de lo personal. Su búsqueda literaria forma parte del proceso de evolución de la literatura chicana. El es consciente de esto: ha estudiado esta literatura y formó parte del Renacimiento Chicano de las décadas del sesenta y el setenta. Reconoce particularmente la influencia que la poesía de Alurista tuvo en su propia poesía (Villanueva, “Ruptura y alianzas...” 182-198). Este le mostró cómo el inglés podía combinarse con el español: siendo lenguas de sintaxis muy distintas, convivían en el poema gracias a lo que Villanueva ha llamado el “bisensibilismo” del chicano (“Prólogo”, Chicanos... 54). Considera que el individuo méxico-americano posee una sensibilidad dual, y la mayor parte de las veces es tanto hispanoparlante como angloparlante, hispanoactuante como angloactuante. Esta experiencia personal naturaliza el uso literario de ambas lenguas, puesto que las dos culturas, las dos lenguas, las dos “esencias” conviven en un ser, en un espacio, en un texto.
            Tino tomó conciencia de su identidad como chicano y del valor de su poesía. Estudió su problemática cultural. Su antología Chicanos: Antología histórica y literaria, editada por el Fondo de Cultura de México en 1980, y precedida por una extensa introducción suya, ha recibido varias reimpresiones. Investigó la poesía española en su carrera de doctorado y publicó el libro Tres poetas de posguerra: Celaya, González y Caballero Bonald (Estudio y entrevistas), 1988. Fue editor de la revista Imagine: International Chicano Poetry Journal. También son profundos sus conocimientos de la poesía en lengua inglesa, y Dylan Thomas y Anne Sexton figuran entre sus poetas más apreciados. Podemos pensar entonces que Villanueva es un poeta completo. Es moroso para escribir, publica poco. Lo publicado es resultado de un proceso de creación poética lento y meditado. Es perfeccionista y tiene fama de poeta excelente (Hoggard, “The Expansive Self...”,  23).
            Posee un concepto amplio de lo que es ser Chicano. No implica encerrarse en su comunidad y en su lengua. Es más bien trascender el encierro comunitario, abrirse a la experiencia total del lenguaje. El lenguaje, para él, es libertad. Reside en Boston, y no en Texas o California. Tomó distancia con la experiencia de su juventud. Ha logrado establecerse como gran poeta norteamericano con Scene from the Movie GIANT, su libro en inglés premiado con el American Book Award en 1994. La problemática moral y social del Chicano, sin embargo, recorre toda su obra, incluido el poemario Scene from the Movie GIANT. Muestra allí el lento proceso de apertura de Texas a las minorías raciales y el doloroso ambiente de prejuicio en que vivían los norteamericanos de ascendencia mexicana en la década del cincuenta.
            Tino es, además de poeta, pintor. A diferencia de su poesía, en que medita sobre la situación de los chicanos, su pintura no permite visualizar una historia: es abstracta. Su poesía y pintura no coinciden en la temática, pero se encuentran en su formalismo. Es un poeta con una agudísima conciencia formal, tanto cuando escribe en español como cuando escribe en inglés. Su bilingüismo lo ha llevado a una valoración crítica del uso del lenguaje. Cuando escribe en inglés, es un poeta contenido y conceptual, rehuye el color local, y posee excelente control de su instrumento expresivo. Cuando escribe en español, evita emplear esas imágenes costumbristas que son una fuerte tentación para el poeta chicano. Vuelca en su poesía su angustia existencial, haciéndonos recordar que se formó en las décadas del cincuenta y el sesenta, en que la visión existencialista y pesimista de la vida se había popularizado en las distintas artes (Martín-Rodríguez 58). Sus héroes, sus personas poéticas, son siempre sujetos en profunda crisis, tratando de entender el mundo y de comprender su propio pasado. El espacio de la memoria, que el excelente ensayista y poeta Tomás Rivera indicara como uno de los más fértiles y promisorios para la poesía chicana, es el lugar favorito del sentir de Tino Villanueva en sus últimos tres libros (Rivera 359-64). Siente que su ser es y vale gracias a la memoria, y gracias a la palabra. La subjetividad del poeta chicano se expresa en su crisis.        
            Crónica de mis años peores testimonia la experiencia del inmigrante méxico-americano pobre y Scene form the movie GIANT la situación de discriminación que sufriera su familia en Estados Unidos (aunque no se reducen a esos temas: también encontramos desarrollados en esos libros los motivos de la infancia y la vida amorosa, y en Primera causa/ First Cause la relación del poeta con la escritura). Estados Unidos, a pesar de su política interna democrático liberal (liberalismo que no necesariamente practica con otras naciones, llevada por su ambición mercantil imperialista), no supo impedir la marginación, la opresión y la subestimación de sectores de su población (marginación y opresión de los chicanos y los negros, subestimación de las mujeres), pero aceptó, con lúcido oportunismo, muchas de las reformas sociales que estos grupos demandaron a partir de la década rebelde y militante del sesenta. El movimiento feminista, el movimiento negro y el movimiento chicano han luchado por la progresiva liberación de las minorías oprimidas, y son parte esencial de la historia social norteamericana. Si bien el progreso político de estos sectores ha sido relativamente modesto, generaron estrategias culturales para elevar la conciencia de sus grupos y ayudar en este proceso de liberación. Los chicanos sintieron que sus problemas y sus sufrimientos, largamente reprimidos e ignorados, debían ser escuchados. Y su arte refleja este clamor y esta lucha que tiene lugar en el mundo norteamericano.
            Villanueva, indiqué, publicó Crónica de mis años peores en 1987 en español. En 1994, la obra fue traducida al inglés por James Hoggard, y Tino reorganizó la distribución de los poemas en el texto para esa edición, suprimiendo varios (Hoggard, “Translator’s Introduction”, 79-84). Al escribir el texto en español, tuvo en mente, como lectores, a sus hermanos chicanos, y a lectores de los países de lengua hispana. El español es una lengua utilizada diariamente por millones de personas en Estados Unidos, lo cual le da un gran poder de hecho. Poemas como “Empezando a saber”, “Casi bíblica ciudad: Chicago” y “El mandado” presentan la confesión y la queja de un niño (luego un adolescente) chicano, que no puede vivir en su sociedad disfrutando las libertades y los privilegios de un joven norteamericano de origen anglosajón. Su poesía denota cuidada elaboración verbal. Villanueva cultiva una expresión medida. Se acerca a la economía verbal de los conceptistas españoles del Barroco, como Quevedo. En su palabra poética percibo una conciencia verbal semejante a la que habían mostrado los simbolistas de fines del siglo diecinueve: la lección de la palabra justa, el rigor formal de Rubén Darío.
            Villanueva es un poeta de una comunidad hispanohablante que reclama un lugar de pertenencia dentro de la nación norteamericana. El valor de la cultura chicana y su literatura se está definiendo en estos momentos, y dependerá tanto de la política cultural, como del logro individual de los artistas. Su poesía en español representa la sensibilidad de un sector social minoritario que está luchando por llegar a la madurez de su dominio expresivo. Poemas como “Entreactos de ira” y “Clase de historia” deben ser considerados gran poesía, escrita en una lengua cuya norma expresiva no coincide totalmente con el uso del español en una nación determinada (aunque la influencia mayor es la del español de México),  resultado de su sensibilidad bilingüe y bicultural.
            Tino, en su poesía, recrea el espacio nativo familiar en el teatro de la memoria. Describe su vida social, y el enfrentamiento con los integrantes de la comunidad angloparlante hostil que, durante las décadas del cuarenta, cincuenta y sesenta, no reconocían a los inmigrantes hispanos su derecho a ser diferentes. Y su impotencia, su frustración y su rabia ante ese avasallamiento de sus necesidades y falta de reconocimiento del valor de su identidad. El espacio en que vive el sujeto de su poesía es el espacio marginal de aquel entonces, segregado del que habitaban los norteamericanos blancos: el espacio familiar del barrio pobre chicano, del ghetto méxico-americano. Muestra el sitio transitorio donde habitan los obreros agrícolas migrantes (“Tierras prometidas”), que trabajan un suelo que no es el suyo, y se aíslan de la sociedad angloparlante, para vivir “en familia”, no siempre de una manera fraterna. Los “años peores” de que habla Villanueva (expresión que toma de unos versos del poeta español J. M. Caballero Bonald, que incluye como epígrafe del libro) son los años de su infancia, que evoca en sus poemas. Esto indica una dolorosa desvalorización de lo que debería haber sido el momento más hermoso de la vida del individuo, cuando el niño, amparado por el amor de sus progenitores, se socializa y aprende a convivir con sus semejantes. No es extraño entonces que el poeta elija escribir estas memorias en español: son las memorias de su grupo familiar marginado, separado por su lengua y el color de su piel, de la sociedad angloparlante.
            Si en Crónica de mis años peores el poeta escribe sobre la segregación lingüística y social, en Scene from the Movie GIANT, su poema en inglés, crea una alegoría sobre la barrera racial que separa a los méxico-americanos de los anglos en Texas (Hanson 1C). El título del poemario se refiere a la penúltima escena de la película Giant, en que Bick Benedict, el personaje protagonizado por Rock Hudson, tiene una pelea a golpes de puños con el dueño de un restaurante popular de hamburguesas, luego que éste rehúsa servir a unos mexicanos y alude con sorna al color de la piel de su nieto mestizo. Allí, el color de la piel y el lugar de origen definen la pertenencia a la patria, y los descendientes de mexicanos quedan excluidos de ella. La perspectiva del sujeto poético que narra es doble. El poeta adulto recuerda la rabia y la impotencia que sentía el adolescente cuando se sentaba en el cine a ver la película sin poder decir nada (algo parecido ocurría en “Clase de historia” de Crónica de mis años peores, donde el niño durante la clase no podía contestar al maestro), y desde su perspectiva actual trata de entenderlo. El proceso poético implica una toma de poder para el poeta. Y una cura catártica, una purga del alma dolorida. En el proceso hace justicia (poética) y denuncia el atropello que sufrió el adolescente en su sociedad.
            En Hay otra voz Poems (1968-1971) encontramos una sección titulada “Mi Raza” en que Tino incluye poemas en inglés, y en una combinación de español e inglés. Sus títulos indican su intención de denuncia social: “Que hay otra voz”, “Day-long Day”, “Pachuco Remembered”, “Aquellos vatos”. En Shaking off the Dark (1984), su libro anterior a Crónica de mis años peores, en el poema “Speak Up, Chicano, Speak Up”, Villanueva llama a los chicanos a luchar por sus derechos, a hablar, a expresar democráticamente su disenso con su sociedad (Rodríguez 77-87). Aparecen en el poemario otros poemas sobre su experiencia juvenil, que serían luego la base de Crónica de mis años peores: “Haciendo apenas la recolección” y “I Too Have Walked My Barrio Streets”, que hablan de aquellos momentos de su infancia en que el poeta sufría por su marginación.
            Recién en Crónica de mis años peores, 1987, su primer libro escrito enteramente en español, describe detenidamente la vida íntima de su núcleo familiar. Su capacidad de introspección y autoanálisis (poético) da a su voz su vuelo lírico más auténtico. El personaje que concibe y habla de sí es un antihéroe, una víctima del sistema, un sujeto sensible que sufre las injusticias y se lamenta, logrando transmutar su experiencia personal dolorosa en arte. El sujeto confiesa su impotencia y su rabia, su odio, y condena moralmente las debilidades y limitaciones de su familia. Acusa de incomprensión, insensibilidad y racismo a aquellos que deberían haberlo ayudado cuando niño en la escuela, al maestro que no supo o no quiso enseñarle lo que él necesitaba aprender. Y da una lección a sus lectores: el niño logró crecer a pesar de todo, gracias a las palabras. El lenguaje salva, redime. En San Marcos, cuando trabajaba de obrero en una fábrica de muebles, copiaba palabras de un diccionario, anotaba sus definiciones en cuadernos, y se las aprendía. Esta curiosa manera de coleccionar palabras fue su primer contacto consciente con la literatura. Villanueva no ve el lenguaje como una unidad, porque su mundo lingüístico, su mundo psicológico y su mundo social, están fracturados. No vive en unidad. Busca en su poesía, a través de sus dos culturas y sus dos lenguas, la unidad imposible. Es ésta la tragedia de su sino como chicano. Y su mérito es haber transformado su drama personal en fiesta del lenguaje, en poesía.
            Crónica de mis años peores es un proceso de búsqueda en la lengua de su comunidad, en su lengua materna. Esa lengua materna no es una lengua feliz e irradiante, solar y mexicana, como la de sus antepasados: es una lengua herida que conoce su lado de luz y su lado de sombra (Hoggard, “The Expansive Self”, 24). Es una lengua cuestionada y despreciada por la mayoría angloparlante. Se lo recuerda el maestro en la escuela al niño en “Clase de historia”. La sociedad nacional norteamericana es (o debería ser) una sociedad monolingüe: un territorio, una cultura, una raza, una lengua. Ese es el ideal de la nación. Lo que no coincide con ese ideal parece amenazarla.
            El proceso inmigratorio que sufre ininterrumpidamente su sociedad pone en tela de juicio la ideología nacionalista. Estados Unidos está luchando por transformarse en una sociedad transnacional. Trata de integrar en su seno a aquellos sectores sociales que fueron marginados del Estado nacional burgués hegemónico. Aquellos que viven al margen, sienten el poder del Estado, su capacidad para lesionar sus derechos, para imponer por la fuerza leyes que les resultan injustas, y silenciar al oprimido. Por eso Tino Villanueva le da tanta importancia a la palabra.  Hay que hablar y romper el silencio. El oprimido tiene que resistir. Tino escribe en dos lenguas. Le habla a las dos partes de su yo. Cuando escribe en español, se dirige a ese pueblo secreto, que es una parte marginada y negada de su nación, al pueblo hispanohablante, inmigrante, pobre, proletario, cuya lengua no es reconocida por la mayoría. Le habla a su comunidad, una comunidad de anhelos: anhelo de pertenencia, anhelo de territorio (¿Aztlán?), anhelo de ser. Le habla de su carencia, de lo que no tuvo, de lo que no es. Cuando escribe en inglés se dirige sobre todo al pueblo angloparlante, le recuerda sus deberes sociales para con la comunidad chicana e hispana, y dramatiza poéticamente la vida del chicano marginado, su destino indigno en la nación.
            La poesía de Villanueva toca temas de relevancia social, pero no es exteriorista. Es íntima. Le sale del alma. Y es un canto de dolor. El aspecto más bello de su mundo poético es el patetismo, la manera en que el personaje revela su sufrimiento ante las injusticias que padeció. Su dedo acusador señala a su sociedad, porque... ¿cómo puede justificar su país, Estados Unidos, la victimización de un niño? En “Clase de historia” logra fundir sus preocupaciones sociales con su aguda conciencia lingüística. El sujeto de la poesía es un niño mexicano que está en clase de Historia, en su escuela de Texas, en 1959, y tiene que escuchar los comentarios racistas del maestro, sufrir sus prejuicios raciales. El poeta había hablado del racismo en su anterior poesía en inglés. Ahora da al tema una nueva modulación, para denunciar el mal social: la lengua se le vuelve “loca”. Su lengua se expresa en español, muchos años después de sufridas las injusticias. Dice el poeta:
            Se me volvía loca la lengua.
            Quería tan pronto saber
            y decir algo para callar
            el abecedario del poder,
            levantarme y de un golpe
            rajarle al contrincante las palabras... (31-32)
Su lengua está en lucha con el sistema. El escritor resiste y se rebela desde su “otra” lengua comunitaria, desplazada, secreta. Desde esa lengua propia quiere “rajarle” al contrincante: la lengua del poder (que se expresa en inglés). Esa es la lengua de los textos de historia “oficial” que el maestro esgrime, para enseñarle a los niños la “historia lisiada” de los méxico-americanos (30). El poeta cuestiona cuál es el grado de legitimidad de esa lengua que condena a su gente. En la conclusión presenta una nota optimista, afirmando que “...los libros han cambiado/ al compás del pueblo latidor...” (32). Y dice: “Sean, pues,/ otras palabras las que triunfen/ y no las de la infamia,/ las del fraude cegador” (32). Espera que triunfen las palabras de la verdad, las palabras de la historia verdadera que da a los Chicanos su lugar en la historia de los Estados Unidos, como legítimos hijos de su nación.
            Mientras tanto, ¿qué le ha quedado para sí al poeta, alejado ya en el tiempo de aquella experiencia de la niñez, al poeta docente de Boston University? Le ha quedado la palabra comunitaria, pero ha abandonado su rebeldía: se redimió en el lenguaje. Ya no siente más en carne propia esa sensación de impotencia que lo asoló cuando niño. Dice el poeta: “Aquí mi vida cicatriza/ porque soy el desertor,/ el malvado impenitente que ha deshabitado/ el salón de la demencia,/ el insurrecto/ despojado de los credos de la negación” (32). Confiesa su culpabilidad. El está demasiado bien, ha dejado el credo de “la negación”, instrumento formidable para un poeta rebelde, para un poeta chicano. Ha elegido salvarse, redimirse a través de la palabra.
            En su libro nos presenta en imágenes los estados sicológicos que vivió en su infancia a través de la evocación poética. En el teatro de la memoria el poeta vuelve a ser el niño impotente que viajaba por Texas, acompañando a sus padres, que seguían la recolección del algodón. El proceso de escritura es una catarsis y una cura, un ritual liberador. Su voz poética es sincera: Villanueva no idealiza el mundo chicano. Los pobres, su familia, él mismo como niño, son personajes carenciados, resentidos, iracundos. Trata de entender a su grupo familiar, y juzga el por qué de sus acciones. Los pobres, en sus poemas, no son los dueños de la tierra, son los desarraigados. El grupo familiar, visto desde adentro, resulta unido por la necesidad, por el trabajo duro. La ira reemplaza a la compasión, la violencia verbal lastima a los más jóvenes.
            En el poema titulado “Entreactos de ira”, Tino confiesa que su hogar era “hermético”, y caracteriza a su familia como “dada a las riñas repentinas”. Dice: “Estoy oyendo/ dos décadas de unos/ contra otros: abuelos y tíos/ defendiéndose con voces/ que hacían doler las paredes/ de yeso y de cartón; mayores/ contra menores vociferándose/ injurias sin ir más allá de la protesta/ como quienes se dicen protestantes” (13). En ese ambiente agresivo, sólo explicable por las frustraciones de los mayores, el niño se aísla:
            Huía hacia mí mismo; me hacía sordo
            para salvar lo que pudiese
            tras cada huamazo de humillación.
            Del rincón aparte (a donde nadie
            venía por mí) me agarraba,
            y en la garganta estaba el golpe
            de todos los resabios. (14)
Villanueva, el hombre adulto, perdona a sus familiares. Entiende que la situación social era tan desesperada, que tenía que engendrar riñas domésticas y violencia verbal. Las dificultades de la vida cotidiana “...fueron dejando/ sus huellas en aquellos seres/ de tierra y de sudor,/ y eran en el fondo/ las abyectas referencias/ que hacían gritar con desamor”(15). La marginación lleva al explotado a la abyección. El mundo familiar ya no es más el refugio del pobre. El niño se protege ensimismándose. En su soledad podrá encontrar la palabra en libertad, la palabra poética. En el final de “Entreactos de ira” Villanueva habla de una “génesis”, de un nuevo nacimiento: ha hallado los “versículos/ del libre respirar”(15). Han pasado muchos años. La lengua de su comunidad lo lleva a respirar en libertad.
            Su libro siguiente, Scene from the Movie GIANT, donde nos habla del drama racial del chicano en Estados Unidos, lo escribe en inglés, pero en su próximo breve libro publicado, Primera causa / First Cause, 1999 (es una plaquette de diez poemas), vuelve al español. Villanueva no “progresa”, no “evoluciona” en su literatura, en el sentido de “superar” temas o de “resolver” etapas históricas. El poeta indaga en el origen. Pasó de publicar, durante su juventud en la Universidad, libros rebeldes en inglés (con algunos pocos poemas en español), bajo la influencia benéfica de Dylan Thomas (Hay otra voz Poems, 1972), a publicar obras en español durante su madurez poética y existencial. Primera causa / First Cause es un libro sobre el acto de escribir, la escritura es la primera y la última causa. El poeta está frente al desafío del papel en blanco. Sin caer en el solipsismo,  medita profundamente sobre la trascendencia del acto poético.  Más allá de su condición racial, se siente un poeta que no puede dejar de escribir sobre sus vivencias más afanosas.
            Como ocurrió con los Simbolistas a fines del siglo diecinueve, su proceso poético culmina en la meditación sobre la escritura. Villanueva piensa en el poder transformador de la palabra. Dice: “En el principio era un papel;/ y sobre el papel una memoria,/ y la memoria se hizo verbo -- / lo que se olvida y luego retorna,/ lo que siempre ha sido mío y nunca acaba,/ que cuando acaba, acaba siendo lo que escribo” (8). El tema de la memoria, fundamental para el arte chicano, emerge una vez más en sus escritos. La memoria es su musa inspiradora, en ella encuentra una forma humana de redención. El pueblo chicano tiene fe y va en busca de su liberación y de su utopía. Desde su retiro bostoniano (distanciado de la frontera texana, aunque no de los padecimientos de la numerosa comunidad hispana radicada en el noreste de los Estados Unidos), el poeta no escapa a las torturas de esas memorias de su infancia y adolescencia, que recobra dolorosamente, para rescatar su historia personal y entender el caos de su pasado, y confirmar su identidad.
            El poeta retrocede en el tiempo para encontrar su ser. Ya ha logrado restañar las heridas. La salvación conseguida en Crónica de mis años peores y en Scene from the Movie GIANT ha dado sus frutos. En Primera causa / First Cause se manifiesta más libre, más universal. Entiende que su ser está en el tiempo. Sólo la voz puede quedar. La literatura, que es de todos, promete cierta permanencia a su voz individual. Dice: “Memoria mía, memoria mía, / dame lo que es mío y enséñame/ la pura manera de contar lo que se ha ido/ -- que pueda más la voz que el tiempo” (18). Este es el don nada efímero que espera recibir el poeta. Esa fue su primera causa, la razón de su ser. Villanueva le habla en este último poemario a una comunidad más vasta que la hispanohablante norteamericana. Se dirige a todos los lectores del mundo hispano. Dice en “Así dijo el Señor”:
            Andar, desandar. Nada es eterno.
            Le he dado la vuelta al mundo
            y de pronto en el camino
            me he encontrado con esta memoria todavía.
            En la clara actualidad: lo marginado
            se ha movido más al centro;
            lo de afuera se transforma en lo de adentro.
            Y si antes no supe dar un contracanto,
            ahora conmigo traigo esta asamblea de palabras
            a favor de esta república
            donde se habla en español. (24)
Quiere ser un poeta de toda la lengua heredada, la lengua es su patria, puesto que no tiene una patria en que el español sea su primera lengua. La patria de Villanueva (si no lo es la mítica Aztlán) es la República de las Letras. A ella pertenece como poeta de su lengua (de sus lenguas), que trasciende límites comunitarios y nacionales. Porque las historias nacionales son sólo un episodio en la historia de cada lengua y de la poesía de esa lengua.
           


                                                Bibliografia citada

García, Concha. “Entrevista con Tino Villanueva”. Revista de Diálogo Cultural 
            entre las Fronteras de México, Vol. 1, Número 3 (1996): 2-9.
Hanson, Susan. “San Marcos native reflects on the past in his newly released poetry
            collection”. San Marcos Daily Record, 10-10-1993: 1C.
Hoggard, James. “The Expansive Self: The Poetry of Tino Villanueva”. The Texas
            Observer, 5-12-2000: 23-25.
----------. “Translator’s Afterword”. Tino Villanueva, Chronicle Of My Worst Years/
            Crónicas de mis años peores. Northwestern University Press/TriQuarterly 
            Books, 1994. Traducción de James Hoggard. 79-84.
Martín-Rodríguez, Manuel. La voz urgente: Antología de literatura chicana 
             en español. Madrid: Editorial Fundamentos, 1995.
Rivera, Tomás. “Recuerdo, descubrimiento y voluntad en el proceso imaginativo
            literario”. The Complete Works. Houston: Arte Público Press, 1991. 359-364.
Rodríguez, Alfonso. “Tino Villanueva’s Shaking Off the Dark: A Poet’s Odyssey 
            into the Light”. Tino Villanueva. Shaking Off the Dark. Tempe, Arizona: 
            Bilingual Press, 1998. 77-87.
Villanueva, Tino. Hay otra voz  Poems (1968-1971). New York-Madrid: Editorial
            Mensaje, 1979. Tercera edición.
----------- Shaking Off the Dark. Houston: Arte Público Press, 1984.
-----------  Crónica de mis años peores. La Jolla: Lalo Press, 1987.
-----------  Scene from the Movie GIANT. Willimantic, CT: Curbstone Press, 1993.
----------- Primera causa / First Cause. Merrick, New York: Cross-Cultural
            Communications, 1999. Traducido al inglés por Lisa Horowitz.
----------- Chicanos: Antología histórica y literaria. México: Fondo de Cultura
            Económica, 1980.
----------- Tres poetas de posguerra: Celaya, González y Caballero Bonald 
            Estudio y entrevistas). London: Tamesis Books, 1988.
-----------  “Rupturas y alianzas en la poesía bilingüe chicana”. Gema Areta Marigó,
            Hervé Le Corre, Modesta Suárez y Daniel Vives, Editores.
            Poesía hispanoamericana: Ritmo(s)/ Métrica(s)/ Ruptura(s). Madrid:
            Editorial Verbum, 1999. 182-198.



             Publicado en Alba de América 39-40 (2002): 369-385.

            

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